REAL DE 14

sábado, 28 de marzo de 2009 en 13:38






Estoy cierta de que exiten varias maneras de viajar, ir solo o en grupo con o sin dinero a divertirse o no, a buscar descanso o consejo; en cualquier forma si uno lo busca o se esta abierto se encuentran lecciones que uno puede aplicar a su vida.
Los viajes de poder además de mostrarnos sitios hermosos, nos permite hacerlo con otra mirada, desde el principio el permiso que te concede el lugar para recorrerlo, te abre una puerta no se si a otra dimensión de todas las que existan, pero si enfrenta continuamente con el interior de uno mismo reflejado afuera.
Real de 14 me ofrecio más que un panorama inhóspito, desértico, uno de belleza abundante.
Si bien el trabajo que habria de realizarse era solitario, núnca lo estuve, en compañia de un grupo de personas sumabamos 13. Cada una de procedencia disitinta, cada quien a su ritmo, en su tiempo llevabando un objetivo común: trabajar con nosotros mismos en busca de un desarrollo espiritual con la fuerza que dá el trabajo colectivo.
Buscar un sitio, el propio donde sembrarse, tener tu casa, tu espacio. Buscar la medicina que te sería tu guía, el Hikuri planta sagrada del desierto;¿Quién te guiará hasta él?.
Existen recursos interiores que como tierra virgen te invitan a explorarlos... la intuición, la intención, la fé y la gratitud quizá conocidos ya, pero que en ese momento aparecen como por vez primera y asi cada planta de poder después de un rato de esfuezo, no la encuentras, te sale al paso y te recompenza con su verdor o su flor. ¡Que maravilloso encontrarle que alegría y gratitud! si le pides te guía a la siguiente.
Perseverar en el intento, no perder el objetivo y con paciencia está todo lo que necesitas.
Tomar la medicina y escuchar las respuestas que tiene para ti. Cobijados por un inmenso cielo de estrellas, sentir el frio del aire como una caricia.
Subir una montaña siempre pense que requeria de un entrenamiento especial y que estaba negado para mi, confiar en la guía ayuda y conocimiento de un caballo por un camino para él tantas veces recorrido me confrontó con la confianza endeble con la que camino al subir otras montañas...
Ya en lo alto de la montaña El Quemado experimentar la mágia del que ha sido reconocido por los Huicholes como un lugar de poder, la vista desde lo alto es imponente y la paz y energía que nos inundaba nos hizo quiza sin proponernoslo entrar en un estado meditativo donde lo que predominaba era el silencio.
Energizados y armonizados regresamos al pueblo, es curioso, de pronto me di cuenta que existen tantos Méxicos en uno solo. Un pueblo que muy temprano apenas oscurece guarda a su gente y solo quienes estamos acostumbrados al bullicio de una ciudad como la capital, cuesta acostumbrarse a la quietud.
Mirar los verdes cerros de orégano se me antojan como el condimento que el dador de la vida puso a esta zona.
Es sin duda un viaje inovidable, núnca ninguno es igual como no lo es la vida misma aunque creamos que hemos repetido algunas cosas una y otra vez.
Viajar con ojos de aprendiz hace la diferencia, el maestro es el camino por andar.

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